Acabo de llegar de una estancia de tres semanas en la República Popular China, y durante estos días he podido disfrutar en directo de la particular forma de vivir internet que existe en este país del lejano oriente.

Cuando aterrizas en Shanghai, lo que aparece ante tus ojos es una imagen hiper desarrollada, extensiones enormes de rascacielos gigantescos, anuncios y publicidad a tutti, capitalismo en explosión masiva, una fachada realmente parecida a la idea que todos tenemos de países hiperdesarrollados como Japón.

Pero tras la cortina occidentalizada y la aparente imagen de prosperidad sin límites se esconden realidades dictatoriales de lo más arcano, que tienen su plasmación entre otras cosas en nuestro medio de vida, Internet.

Tras el cansado viaje llego por fin a mi lugar de residencia provisional, conecto mi ordenador, me adscribo a la red inalámbrica de turno para realizar mi trabajo en la distancia y de entrada me encuentro con velocidades ridículas, propias de hace unos 15 años en Europa, primera sorpresa. Acto seguido intento conectar mi cuenta de Twitter y no puedo, lo mismo con cualquier tipo de administrador de blogs, ya sea WordPress o Blogger, igualmente con Youtube o Vimeo, y lo mismo con la ubícua Facebook.

Mis amigos locales me comentan que el gobierno chino tiene un departamento completo de censura y revisión de tráfico en internet, que ocupa dos edificos oficiales del tamaño de las torres gemelas, con unos 30.000 agentes especializados en controlar todo el tráfico generado en el país, manejar los radicales cortafuegos y revisar todos aquellos mails, mensajes de todo tipo y comunicaciones que incluyan términos no afectos a lo que el régimen considera.

Como mi trabajo principalmente se centra en los blogs y redes sociales, pregunto a mis amigos sobre una solución y descubro una herramienta que hasta entonces me había pasado desapercibida y que en países como este se convierte en imprescindible, que no es otra que la tecnología VPN.

Respecto a cómo utilizan aquí el asunto, básicamente se trata de un programa que instalas en tu terminal, previo pago de tarifas que oscilan entre los 60 euros al año, más o menos unos 5 euros al mes y que puedes comprar en packs mensuales, trimestrales o anuales, siendo el anual el más barato. El más utilizado por su sencillo manejo es el del proveedor Astrill. Para poder comprar el software debes activar tu cuenta de usuario desde un teléfono móvil chino, primera rareza. Me bajo a la tienda de móviles más cercana, compro una tarjeta pre pago y un terminal de los más baratos y procedo a la activación.

Una vez instalado el programa se abre una pequeña ventana con un menú básico en el que introduces tu clave de usuario, eliges desde donde quieres ‘hacer’ que te conectas es decir un proxy virtual que cambia tu IP y hace que te conectes desde Chicago o Seúl cuando realmente lo haces desde China, pulsas el botón on y ya puedes navegar al estilo occidental, eso sí a la misma velocidad ridícula y  burlando el ingente sistema de control local, que queda como un trapo en cuanto a efectividad. ¿Es posible que la policía china no conozca eso?, me pregunto.

Ya tengo internet libre… y ahora me surgen más  preguntas sobre diversos temas relacionados con el asunto, en primer lugar, sobre el ingente negocio que compañías como Astrill realizan a costa de la censura china y que pasaría si esta desapareciera, ¿lo haría también Astrill y similares?, ¿estamos ante un caso de beneficio por dictadura? …¿donde está la ética?

Por otro lado decido investigar  sobre el verdadero uso de las tecnologías VPN ( Virtual Private Network ) y su utilidad real más allá de esquivar censura y me encuentro ante un ingente despliegue tecnológico, utilizado por la mayor parte de las grandes compañías como forma segura de comunicación interna, y descubro que esa forma segura de comunicación no sería tan sólo útil para grandes compañías, sino para todo tipo de usuarios. Entonces …¿se podría usar este tipo de tecnología, para por ejemplo realizar fraudes online engañando a los servidores de seguridad con IP’s falsas?, ¿se podrían usar dichas IP’s falsas o virtuales  para vomitar a modo de Troll en todo tipo de foros y redes cociales sin miedo a ser localizados? …¿se podría convertir el fenómeno VPN en masivo si Estados Unidos pone en marcha su iniciativa SOPA sobre censura global en internet?