Supongamos por un momento que poseemos algún tipo de discapacidad visual parcial o total y queramos hacer uso de una herramienta para poder escuchar un libro (un audiolibro) pero que para hacer uso de ello tengamos que pagar dos veces: una por el libro en cuestión y otra por el audio que acompaña al libro ya que éste estaría sujeto a leyes de autor. ¿Sería lógico? No lo parece en absoluto, sobre todo cuando un libro locutado es para una persona con discapacidad visual como la rampa para sillas de ruedas en un restaurante a una persona que no pueda caminar.
Todo esto viene a raíz del artículo (en inglés) leído en The Netscoop sobre la polémica surgida tras la actualización del programa que acompaña al dispositivo Kindle de Amazon en Estados Unidos que permite la lectura de libros en pantalla. En su nueva versión 2, han incorporado la opción de locutar los textos pero esto ha irritado a asociaciones de autores y editoras ya que argumentan que no se tiene el derecho de locutar un libro sin que el audio esté sujeto a las leyes de autor; vamos, más dinero en cuestión.
Como bien dice el autor del artículo del blog, Richard Shannon, el avance de las nuevas tecnologías no se puede detener así que trata de adoptarlas cuanto antes si de verdad quieres obtener beneficio de ellas.
Todo un sin sentido. ¿Quién tiene más derecho? ¿El autor por el audio del libro o el usuario para poder leer el libro? Si ya de por sí en ocasiones las leyes de autor no generan suficiente afinidad con afirmaciones y posturas como éstas poco más se puede hacer.
Recuerda un poco a la polémica entre Santiago Calatrava y el ayuntamiento de Bilbao por la modificación de un puente por parte del ayuntamiento para evitar los problemas con los que se encontraban los usuarios frecuentemente en dicho puente.
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